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Pan de la Palabra


03 Julio 2024

  • Fiesta – Semana 13ª del tiempo Ordinario
  • Rojo
  • SANTO TOMÁS, APÓSTOL

PRIMERA LECTURA

De la Carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2, 19-22

Hermanos: Ya no son extranjeros ni forasteros, sino que son ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Están edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por Él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por Él también ustedes se van integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo  116
R. Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio.

• Alaben al Señor, todas las naciones, aclámenlo, todos los pueblos.  R/.


• Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R/.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Juan 20, 24-29

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”. A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: “Paz a ustedes”. Luego dijo a Tomás: “Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”. Contestó Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús le dijo: “¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto”.

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

PARA MEDITAR

 

Tomás nos ofrece motivos para exultar de gozo al ser discípulos de Jesús, del Crucificado Resucitado y pertenecer a la comunidad de la Iglesia. Con Jesús nos hemos encontrado en la comunidad creyente y hemos creído en su testimonio. Nos hemos dado cuenta de que este encuentro con su persona, con el Señor y Dios de la comunidad, es mucho más grande que un acontecimiento que se da en la persona individual, es mucho más que una expresión posesiva, no es alguien de quien nos podemos apropiar egoístamente. Y por eso este maravilloso encuentro posee una originalidad afirmativa y creadora que lleva a confesarlo como Dios mío y Señor mío en cuanto Dios y Señor de la comunidad creyente y como fe de la Iglesia.

 

El encuentro con el Crucificado Resucitado se afirma en nuevas y palpitantes respuestas (¡Señor mío y Dios mío”), que para nada clausuran la existencia (“sé creyente”), sino que, por el contrario, la aseguran para que se dé con urgencia una historia de fe comunitaria y necesaria para poder ser testigos de que Él ha resucitado, de que “¡Hemos visto al Señor!”. Ante este anuncio, toda persona se vuelve cercana a pesar de su fe deficiente o titubeante y en esta proximidad se abre a su propio futuro: “¡Felices los que han creído si haber visto!”.

 

PARA REFLEXIONAR

 

¿Cómo hacer visible la persona del Resucitado a tantos que hoy piden signos para creer? ¿Cómo ser testigos alegres de su presencia en medio de la comunidad y en el mundo?

¿Qué señales se pueden ofrecer hoy de que el Crucificado está en la comunidad como Señor y Dios?

 

ORACIÓN FINAL

 

Padre, gracias por la confesión de fe de Tomás. Gracias porque él ha dicho: ¡Señor mío y Dios mío! Gracias porque no dejas de mostrar que Jesús está vivo entre sus hermanos, en medio de las dudas de los creyentes y de los que te buscan. Danos fuerza para dar testimonio de Él con tu Espíritu Santo. Amén.

 


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