Evangelio del día: Lucas 1, 26-38
Vivíamos en un barrio peligroso. En la noche me quedaba despierto esperando a mi hermana llegar del trabajo. Una noche, me asomé a la ventana, como de costumbre y, aterrado, vi a tres pandilleros acercarse al paradero. A uno de ellos le vi un cuchillo que se salía del bolsillo trasero del pantalón. Asustado, con la mirada busqué a mi hermana; con sorpresa, la vi a lo lejos, acompañada de cinco muchachos. Supuse que algunos amigos la habían acompañado. Cuando los vieron, los pandilleros pasaron de largo al lado de mi hermana. Salí corriendo a abrirle la puerta, y cuando abrí, vi que ella estaba sola. “¿Dónde están tus amigos?”, le pregunté. “¿Amigos? Yo venía sola y rezando. Me asustaron esos tres hombres”. “¡Pero si venías con cinco muchachos, te juro que los vi contigo!”, le dije. Sorprendida, pero sonriendo, me dijo: “Entonces, eran los ángeles que envió el Señor para que me protegieran. Él escuchó mi oración”..