11 Febrero 2020
Evangelio del día: Marcos 7, 1-13
Ramón, tímidamente, entró a la iglesia. Tenía miedo de que la gente lo rechazara y lo sacaran. El día anterior había robado en la tienda de don Jaime. Tenía hambre. Esas manzanas se veían apetitosas. Aún no le pagaban su jornal. Cuando lo sorprendieron en el robo lo llevaron a la estación de policía. Había sido humillante. Finalmente, devolvió las manzanas y lo dejaron ir. Solo Joaquín, el hijo de su patrón se compadeció y le dio algo de comer. Inició la misa y en la homilía el sacerdote dio la palabra a los feligreses, quería que ellos expresaran qué querían de su parroquia. Joaquín levantó la mano y dijo: “Yo estoy triste porque Ramón no tiene qué comer y, en lugar de pegarle, debíamos unirnos para ayudarle. Mi padre me ha enseñado que no debemos juzgar a los demás, sino ayudarlos”.
