Evangelio del día: Lucas 5, 12-16
En una ocasión, un leproso se postró frente a Jesús y le dijo: “Señor, si quieres, puedes curarme”. ¿Qué crees que hizo Jesús? ¿Le dio asco y se fue?.¡No! ¡Lo miró con amor, lo tocó y lo curó! Se compadeció del dolor y de la miseria del pobre hombre porque la misericordia de Jesús no tiene límites. A Él no le importa qué tan mal estemos, qué tanto hayamos pecado, Él quiere que seamos felices y nos quiere tocar con su amor, para que nuestra vida cambie.