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Santa Misa III Domingo de Cuaresma



Santa Misa III Domingo de Cuaresma

Para meditar

El texto del Éxodo nos hace participar de la experiencia del pueblo de Israel durante su caminar por el desierto, sus angustias y fatigas, sus dudas y preguntas, sus necesidades. Caminar hacia la tierra de la libertad fatiga, porque la fuerza humana comienza a debilitarse y surge el grito desesperado, que llega a los oídos de Dios y obtiene su respuesta en el agua que brota de la roca y sacia la sed.

Y saciar la sed es alcanzar la justificación por la fe, que nos viene por Jesucristo, y que nos hace entrar en el mundo de la gracia, donde podemos participar de la gloria de Dios. La “esperanza”, dice san Pablo, es la que anima nuestro caminar y nos hace tomar conciencia de que estamos inhabitados por la presencia del Espíritu Santo y el amor de Dios. No perdamos de vista quienes somos, ni el don con que se nos ha fortalecido.

Cada día realizamos una serie de actividades con el fin de satisfacer nuestras necesidades básicas. Pensamos que todo está bien hasta que el mismo Jesús nos aborda y hace tomar conciencia de que falta lo más importante, de que su persona y su palabra sacian las verdaderas necesidades y dan una orientación decisiva a la vida, abriéndole nuevas perspectivas y sentido de transcendencia.

Tomarse en serio el camino cuaresmal es dejar que la Palabra de Dios ponga en crisis la propia vida y el modo como la conducimos. Entonces se toma conciencia de que, aunque se satisfacen muchas necesidades, la sed de plenitud sigue sin encontrar su manantial. El encuentro con la persona de Jesús no solo revela nuestro pecado, sino que sacia la verdadera necesidad humana, la del encuentro con Él, con su Dios Padre, y con la comunidad creyente. Quien así lo hace se convierte en testimonio vivo de Cristo, único capaz de saciar la sed de vida, significado y eternidad.

Para reflexionar

● ¿Qué te ha llamado más la atención en la conducta de Jesús durante el diálogo con la samaritana? ¿Qué pedagogía ha usado para ayudarle a percibir una dimensión más profunda de la vida?

● ¿En qué medida adoras a Dios en espíritu y verdad o te apoyas y orientas más en ritos y prescripciones?

Oración final

Señor, enséñanos a romper con la monotonía de la cotidianidad para abrirnos a tu palabra y a tu persona como manantial de agua viva que brota hasta la vida eterna y refresca el caminar. Amén.


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