Elementos fundamentales para una Pastoral Juvenil
3-28 de octubre de 2018
Introducción
El Documento Preparatorio (DP) de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional en su estructura global nos ofrecen claramente el paradigma de la pastoral juvenil. Las tres partes del documento trazan una nueva y decisiva pista sobre la experiencia y la comprensión del ministerio juvenil, enfocando de manera clara e irrenunciable la perspectiva vocacional. En estas décadas de diversas experiencias pastorales y mucha reflexión en el campo de la animación vocacional, está madurando la convicción de que no puede haber una verdadera pastoral juvenil que no sea vocacional, como no puede existir auténtica animación vocacional si no se dan procesos y proyectos de pastoral juvenil. De hecho, las tres partes del DP para el próximo Sínodo confirman la creencia de que ser pastores de jóvenes significa acompañar a los jóvenes a Cristo y luego facilitarles que este encuentro sea el espacio donde todos descubren el proyecto personal de vida y lo asuman.
¿Cuáles son las actitudes fundamentales para desarrollar una pastoral juvenil consistente en nuestro contexto?
Hay tres actitudes fundamentales que deben ser entendidas tanto a nivel personal como a nivel comunitario. Los siguientes rasgos no deben entenderse solo a la luz de cada miembro individual, sino de toda la comunidad que está llamada a asumir la identidad del educador y del pastor.
Humildad - escuchando la historia
Como ya encontramos en el DP, escuchar la historia de nuestros jóvenes, aquí y ahora, es una obligación pastoral que no solo es urgente sino también indispensable. Toda la literatura sobre la juventud, los estudios e investigaciones que se hacen concluyen que esta es una generación que los adultos a menudo desconocemos. La famosa frase “jóvenes huérfanos con padres vivos” no es solo una frase, sino que es una realidad. Añadimos a este desafío de la falta de presencia de adultos también el cambio sísmico que ha tenido el tema de la religiosidad en una sociedad secular: un tema que se ha constituido y sigue siendo materia de investigación. Solo considerando estos dos problemas nos damos cuenta de que corremos el riesgo de ser extranjeros e incluso analfabetos en las relaciones con nuestros jóvenes de hoy.
La invitación a ser “humilde” no es más que el llamado a estar en contacto con el humus de ese ecosistema que alimenta, bien o mal, a nuestros jóvenes y también a nosotros. Estamos llamados a ser humildes, a rebajarnos, a salir de esos esquemas que ya no se conectan con el lenguaje, el imaginario, la experiencia de los jóvenes. Presentamos algunas propuestas que nos invitan a una lectura de ese entorno en el que nos envían a ser realmente servidores de los jóvenes.
¿Qué nos están pidiendo nuestros jóvenes hoy?
Si estamos bien conectados con la frecuencia de onda de nuestros jóvenes, a través de una escucha paciente y acogedora, comenzamos a entender, ante todo, su necesidad de paternidad. Los jóvenes buscan testigos, con propuestas y en ambientes que ofrezcan un sentido de pertenencia e identidad. Una oferta que no sea el fruto anónimo de estructuras organizativas eficientes pero poco personalizadas. Las experiencias con las que los jóvenes se ponen en sintonía son las que llevan adelante junto a los adultos que han optado por la escucha paciente y la acogida madura y respetuosa de sus procesos.
La propuesta que “habla” e “incide” es aquella marcada por el testimonio, más que la ofrecida por el maestro. La reflexión del beato Pablo VI en la Evangelii nuntiandi todavía conserva su verdad: “El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los testigos que a los maestros (...) o si escucha al maestro, es porque da testimonio” (EN 41).
Autenticidad, coherencia y testimonio son los valores fundamentales a los cuales los jóvenes de hoy son especialmente sensibles. En una sociedad que privilegia el individualismo como un signo de verdadero éxito, muchos jóvenes están buscando otro enfoque diametralmente opuesto.
La pregunta que debemos escuchar y dejar que nos desafíe es esta: en nuestra vida comunitaria y en nuestros proyectos pastorales, ¿cuál es el espacio que dedicamos a la escucha paciente e inteligente de la historia de nuestros jóvenes? ¿Cuáles son las opciones en las que a nivel pastoral tal escucha es verdadera y auténtica, y se ve el fruto de lo que se ha escuchado en las diversas experiencias pastorales?
Comprensión de los signos de los tiempos a la luz de la fe
Junto a la escucha, sigue una lectura, o mejor, una comprensión a la luz de la fe. Estamos llamados a entender la historia como una “historia de la salvación”. Llegar a esta comprensión mística significa ver más allá de lo visible. Es decir, saber captar a través de la escucha atenta cómo en la fatiga y el dolor, en la esperanza y en la alegría de la vida cotidiana hay gérmenes de bondad, que siempre existen y siempre estarán allí. El enemigo número uno que debilita esta comprensión mística es la superficialidad, es decir, la falta de voluntad y determinación para ir más allá de lo que se ve, a fin de captar lo que está oculto. Cuántas veces nos damos cuenta, lamentablemente con una triste demora, que hemos tenido jóvenes con grandes dones pero que no hemos podido “leer” y “descifrar” sus talentos y su potencial. Lo mismo puede decirse de algunas características de nuestra sociedad posmoderna, que para algunos de nosotros puede convertirse en la suma total del mal en el mundo. También en este contexto, las semillas del bien, las semillas de la Palabra, no están ausentes. Aprovechar estas oportunidades no es únicamente el fruto del estudio y la investigación, sino que, sobre todo, es la consecuencia de un camino y de un compromiso personal y comunitario donde Jesucristo es el punto de referencia: ¡Él y solo Él!
¿Quién, dónde, cómo? Desarrollar una pastoral juvenil a la altura de los desafíos de nuestro tiempo
Ahora pasemos a la segunda parte de este documento, que ofrece algunas propuestas concretas sobre temas, lugares y herramientas. Es importante hacerlo no tanto en forma de indicaciones funcionales, sino más bien proponiendo cuatro lineamientos que están vinculados con cuatro áreas fundamentales de la propuesta para la pastoral vocacional juvenil. Imaginemos estas cuatro áreas fundamentales como realidades interdependientes e interconectadas. Nos guía la conciencia de que cada viaje pastoral tiene que ver con la vida real de las personas y con sus necesidades, pero también teniendo en cuenta que la vida no solo es una realidad profunda sino también compleja. En consecuencia, estas áreas no deben entenderse como fases que se suceden cronológicamente, sino como vasos comunicantes que, en su totalidad y en la dinámica que necesariamente se crea entre ellos, se desvanece la vida cotidiana de una propuesta pastoral.
Educadores y pastores sanos
Es fundamental estar convencidos de que el primer regalo ofrecido en el campo de la animación vocacional es que los educadores y pastores estén viviendo también su propio proceso de acompañamiento. Hoy más que nunca, en el campo del liderazgo pastoral es indispensable que quienes acompañen estén acompañados, y quienes ayudan a los jóvenes a madurar en su vida, sean conscientes de que su experiencia es el signo más claro e inequívoco que comunican. No puede haber agentes pastorales que en el ministerio juvenil vocacional no experimenten la fatiga del camino de su propio crecimiento.
Sabemos muy bien que en los procesos vocacionales cruciales está el tema de la relación humana. La buena salud psíquica y mental es un objetivo que asegura los parámetros correctos para un viaje humano en el que la voluntad de Dios no sufra interferencias humanas dañinas. La salud es una urgencia sin la cual no estamos seguros si perseguimos nuestras necesidades, y si estamos abiertos a la voluntad de Dios. Los jóvenes necesitan testigos y entornos capaces de transmitir, a través de ejemplos y modelos, las posibilidades de establecer la vida de una manera humanamente saludable.
Es un campo que la literatura sobre el acompañamiento espiritual de las últimas décadas ha tomado muy en serio. Este camino ayuda a los jóvenes a descubrir su propia historia, a conocer el terreno donde su existencia crece y madura. Es un ejercicio de familiaridad que abre el camino a una confrontación pacífica con los diversos desafíos que hunden sus raíces en el corazón. Para aquellos de nosotros que formamos parte de una vida apostólicamente activa, existe un riesgo que es el siguiente: los diversos caminos y actividades pastorales que promulgamos con nuestros jóvenes, si no se viven y se asimilan como un viaje de conocimiento de su propia historia, respaldada por la experiencia del acompañamiento espiritual, puede resultar en una fuente de alienación de ese compromiso urgente y doloroso de reconocer las propias heridas y abrazar el pasado. En la fase inicial de formación, no podemos perder la oportunidad de ofrecer y reforzar una cultura de acompañamiento, autoconocimiento y confrontación serena en un nivel personal interno.
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