Al inicio de la Cuaresma, la emergencia del COVID 19 está teniendo su impacto también en las Circunscripciones de Sociedad de San Pablo a nivel mundial, obligándonos a realizar cambios en los proyectos y programas planeados durante estas fechas. Tal es el caso de la reprogramación de la Asamblea Internacional del Centro Bíblico San Pablo, que debía tener lugar justo en estos días (del 1 al 7 de marzo) en Manila (Filipinas). Por tanto, este evento de Sociedad de San Pablo ha sido reprogramada.
Todo cambio de programa genera malestar y frustración, además del sentimiento de haber perdido energías en organizar, predisponer, preparar… Sin embargo, al mismo tiempo crea también un espacio de reflexión que puede revelarse “generativo” y de responsabilidad social en este tipo de eventualidades sanitarias.
Nunca, como en estos días, los Países probados por la emergencia han sido interpelados a valorizar al máximo las potencialidades de una “comunicación diferente”. Las diócesis de la Lombardía (para citar el caso más cercano a quien escribe), por ejemplo, están buscando de paliar a la prohibición de celebrar la eucaristía (decidida para evitar concentraciones de público que favorezcan la difusión del virus) con iniciativas que valorizarían las redes sociales, los canales de YouTube, las radios digitales, con el fin de no dejar a los fieles sin la luz de la Palabra de Dios.
De igual manera, escuelas, universidades, incluso las facultades y los estudios teológicos, nos están motivando a los docentes a abrir aulas virtuales, con el fin de llevar adelante los cursos académicos con una modalidad didáctica ya no “presencial” sino “virtual”, sin que los días de la “cuarentena” provoquen pérdidas de tiempo. Sobre esta estrategia, es interesante notar la capacidad de algunos colegas en activarse con métodos “dinámicos” capaces de enlazar los contenidos virtuales con videos, links, profundizaciones.
También en el campo del trabajo, directivos y dependientes son motivados a privilegiar, donde es posible, el llamado smart working, mientras los pueblos en aislamiento, son acompañados por medio de iniciativas sociales que, valorizando las redes sociales, sugieren actividades tanto de carácter recreativo como formativo, para grandes y pequeños.
Se trata de aspectos que debían ser abordados como tema en la Asamblea de Manila, para dinamizar nuestro servicio a la Palabra. En cuanto podamos encontrarnos, la experiencia que algunos de nosotros estamos viviendo, nos dará una visión diferente sobre el asunto. Más concreta, más realista. Es como si “Alguno”, al inicio de esta Cuaresma, nos estuviera invitando a aprender de la dificultad, estimulándonos a escrutar nuevos horizontes y a investir energías, no sólo para analizar o custodiar lo que tenemos, sino también para dejar que algo de inédito surja.
Esta Cuaresma nos reta al cambio, aprendiendo de quien tiene esta frescura en el corazón y en el alma, y sabe ya ponerla a disposición de su parroquia, de su escuela, de su trabajo o de su propio contexto de vida
Quizá, en Europa, la edad promedio de nosotros, Paulinos, (y de algunas realidades de nuestros Cooperadores y colaboradores), nos hace poco reactivos frente a tales desafíos: estamos cargados de contenidos, pero impedidos en comunicarlos; ricos de teorías, pero pobres de frescura para traducirlas; escrupulosos en los análisis, pero poco flexibles ante los cambios y las relaciones. Esta Cuaresma nos reta al cambio, aprendiendo de quien tiene esta frescura en el corazón y en el alma, y sabe ya ponerla a disposición de su parroquia, de su escuela, de su trabajo o de su propio contexto de vida. Y todo esto sin haber hecho ninguna “profesión religiosa”. Se trata, en la mayoría de los casos, de jóvenes muy normales, “apasionados”, que trabajan juntos, llevando en el corazón las necesidades objetivas y actuales de cada persona y de sus comunidades. Si es verdad que «la Palabra de Dios es viva, eficaz y más penetrante que una espada de doble filo» (He 4, 12), ¿las mismas características no deberían quizá aparecer también en quien así, “lleno” y “apasionado” de esta Palabra, quiera compartirla con los demás? No perdamos la ocasión que nos ha sido dada: en esta Cuaresma aprendamos de la dificultad.
GIACOMO PEREGO, SSP
Sacerdote Sociedad de San Pablo (Italia)
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