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Santa Misa VI Domingo de Pascua



Santa Misa VI Domingo de Pascua

Para meditar
Jesús dice que el don del Espíritu Santo por parte del Padre es fruto del amor y de la observancia, que suscitan la oración de Jesús, gracias a la cual nosotros podemos recibir al Espíritu. Y explica lo que Él es: el Consolador, el Espíritu de la verdad, aquel a quien el mundo no ve, no conoce, pero los discípulos sí, y aquel que mora junto a ellos y que está dentro de ellos.

Jesús promete su venida, su regreso, que está por realizarse en su resurrección; anuncia su desaparición en la pasión, en la muerte, en la sepultura, pero también su reaparición a los discípulos, que lo verán, porque Él es la resurrección y la vida. Y revela su relación con el Padre, a la cual nos invita; dice, en efecto, que conoceremos, es decir, que experimentaremos en lo profundo. Consolación más grande que esta no puede ser prometida, de ningún modo, por nadie en el mundo, sino por Jesús.

Lo que les ha sucedido a los discípulos, a los primeros elegidos, sucederá a todo el que crea en Él. Y aquí Jesús abre para nosotros, para cada uno, su relación de amor con el Padre, porque permaneciendo en Cristo, nosotros somos también conocidos y amados por el Padre. En fin, Jesús promete de nuevo su amor para quien lo ama y la revelación de sí mismo, a saber, una manifestación ininterrumpida de su amor por nosotros.

Para reflexionar

● ¿Estamos dispuestos a dialogar con los miembros de la comunidad que tienen ideas diversas de las nuestras? ¿Cómo manifestamos nuestro compromiso con la Palabra de Dios?

Oración final

Señor Jesús, danos la gracia de amarte cumpliendo fielmente tus mandamientos, principalmente el del amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Amén.


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