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Santa Misa XXVII Domingo Ordinario



Santa Misa XXVII Domingo Ordinario

PARA MEDITAR

La comparación usada por Jesús en el evangelio de hoy es fuerte e insinuante. Un grano de mostaza es muy pequeño, tanto como la pequeñez de los discípulos. Pero por medio de la fe, pueden llegar a ser fuertes, más fuertes que la montaña o el mar. En término de hoy, Jesús diría: “Si tuvieran la fe grande como un átomo, podrían hacer explotar esta montaña”. O sea, a pesar de las dificultades que comporta, la reconciliación entre los hermanos es posible, porque la fe consigue realizar lo que parecía imposible. Sin el eje central de la fe, la relación rota no se recompone y la comunidad que Jesús desea no se realiza. Nuestra fe debe llevarnos al punto de ser capaces de arrancar de dentro de nosotros la montaña de prejuicios y lanzarlos al mar.

Debemos reconocer con humildad que nos falta mucha fe en nuestra misión de evangelizar el mundo. (…) No es posible tener una fe capaz de transportar montañas si nos falta la fe esencial en el Señor Jesús, en el Jesús resucitado que vive en nosotros y en su Iglesia. ¿Qué sentido tiene querer poseer una fe que realiza milagros delante de las masas, o poderes de curación, o poderes excepcionales para mistificar paganos y cristianos de hoy? Jesús mismo hizo muchísimos milagros delante de sus contemporáneos y de sus apóstoles, y eso no les aumentó su fe. Lo esencial es tener la humildad de los apóstoles y orar continuamente al Señor para que venga en nuestra ayuda.



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