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Santa Misa XVIII Domingo Ordinario



Santa Misa XVIII Domingo Ordinario

Algo más que un pedazo de pan

Cerrando los oídos a las críticas, incluso perdonando su testarudez, porque no mira más que por su bienestar, el Señor se manifiesta proveyendo de alimento al pueblo. El maná, anuncia Moisés, “es el pan que el Señor les da por alimento”. El “pan del cielo” es signo de los bienes materiales y espirituales que Dios da al pueblo elegido para que tenga prosperidad y vida en abundancia. Pero, para poder entenderlo como tal es necesario, como dice san Pablo, dejar que el Espíritu renueve la mente, esto es, purifique del sentido meramente materialista en que nos movemos, y nos revista del nuevo yo, es decir, nos haga hombres espirituales abiertos a la trascendencia.

Y, precisamente, pasar de una visión puramente material a una existencia espiritual es a lo que nos llama Jesús después de la multiplicación de los panes, cuando dice: “Les aseguro que no me andan buscando por haber visto señales milagrosas, sino por haber comido (…) hasta saciarse”. La búsqueda de Jesús, incluso la nuestra, está mediada, la mayoría de las veces, por el interés y el provecho personal, pero sin dejar lugar a que actúen la fe y la confianza; por eso exhorta a que “no trabajemos por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna”. Así Jesús deja entender claramente que la construcción del Reino no se logra con satisfacer el hambre material, sino llevando una vida “en la justicia y en la santidad de la verdad”.



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