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Pan de la Palabra


02 Enero 2026

  • Memoria obligatoria – Tiempo de Navidad
  • Blanco
  • Santos Basilio Magno y Gregorio Nacianzo.

PRIMERA LECTURA

De la Primera carta del apóstol san Juan 2, 22-28

Queridos hermanos: ¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo posee también al Padre. En cuanto a ustedes, lo que han oído desde el principio permanezca en ustedes. Si permanece en ustedes lo que han oído desde el principio, también ustedes permanecerán en el Hijo y en el Padre; y esta es la promesa que Él mismo nos hizo: la vida eterna.

Les he escrito esto respecto a los que tratan de engañarlos. Y en cuanto a ustedes, la unción que de él han recibido permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les enseñe. Pero como su unción les enseña acerca de todas las cosas –y es verdadera y no mentirosa–, según les enseñó, permanezcan en Él. Y ahora, hijos, permanezcan en Él para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y no quedemos avergonzados lejos de Él en su venida.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 97

R.Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.

• Canten al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.R/.

 El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia. Se acordó de su misericordia y su  fidelidad en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; griten, vitoreen, toquen.R/.

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Juan 1, 19-28

Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: “¿Tú quién eres?”. Él confesó y no negó; confesó: “Yo no soy el Mesías”. Le preguntaron: “¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?”. Él dijo: “No lo soy”. “¿Eres tú el Profeta?”. Respondió: “No”. Y le dijeron: “¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?”. Él contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Allanen el camino del Señor’, como dijo el profeta Isaías”.

Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: “Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?”. Juan les respondió: “Yo bautizo con agua; en medio de ustedes hay uno que no conocen, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia”. Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

HALLEN MEDITANDO

El Evangelio de Jn 1, 19-28 está articulado en dos momentos: el primero narra el interrogatorio de los sacerdotes y levitas a Juan Bautista sobre su presencia y misión (vv. 19- 23); el segundo contiene la pregunta de los fariseos sobre el significado del bautismo (vv. 24-28). Ambas partes pretenden identificar el lugar donde ocurre este encuentro de carácter oficial. En un primer momento, la escena presenta al Bautista como testigo de Jesús (Jn 1, 6-8.15). El desarrollo de su testimonio aparece de manera integral con la afirmación: “Yo no soy el Cristo” (v. 20).

En principio, el Bautista utiliza la fórmula del cuarto evangelio “Yo soy” (egō eimi) que tiene la función de revelar la identidad de Jesús. Sin embargo, la afirmación está acompañada por la negación “no” que le sirve al Bautista para desmarcarse del rol mesiánico que le están adjudicando los judíos: “¿Quién eres tú?” (v. 19). Con el término “Cristo” (Christos) se afirma la identidad de Jesús y su valor mesiánico (Jn 4, 25: “Sé que va a venir el Mesías el llamado Cristo, cuando venga nos lo desvelará todo”).

La pregunta que vincula al Bautista con Elías rememora la tradición bíblico-judía, según la cual el profeta Elías tenía la tarea de preparar la llegada del Mesías. Cabe notar que en el Evangelio de Juan esta es la única referencia al profeta Elías. Otra de las preguntas para Juan Bautista indaga sobre su figura como profeta: “¿Eres tú el profeta?” (v. 21). En este caso, el texto no se refiere a una identidad general de Juan, sino a una focalización directa del mesianismo que evoca la tradición judía. En un segundo momento, la escena del evangelio centra sus preguntas sobre el bautismo.

Si Juan no es el Cristo, ni Elías, ni uno de los profetas, entonces, ¿por qué bautiza? El gesto de bautizar resulta extraño para los judíos, puesto que en su tradición literaria no existe el testimonio de un Mesías que bautiza, aunque la misión de Juan les hace creer a los dirigentes religiosos algunas líneas mesiánicas. El argumento de esta segunda parte ilustra un aspecto del proceso de la fe. En él se observa la incapacidad humana para reconocer a Jesús (Jn 1, 26: “Yo bautizo con agua, pero entre ustedes hay uno a quien no conocen”).

En este caso, la negación del verbo “conocer” indica la situación de una comunidad de fe que no entiende la revelación de Jesús, más aún, que se niega a entrar en la lógica de Jesús de Nazaret. Las palabras del Bautista buscan guiar al creyente vacilante hacia un encuentro con el Señor. De hecho, la imagen de “desatar la correa de las sandalias” (v. 27) nos habla de una renuncia, tal vez, en el plano esponsal, según el evangelista. En otras palabras, el símbolo esponsal ilustra la renuncia que hace el ser humano para entrar en una misión conjunta que va más allá de las propias dificultades o razonamientos personales.

 

LLAMEN ORANDO

El texto del Evangelio de Juan me invita a examinar la manera como estoy viviendo mi testimonio de fe. Hoy, como ayer, también existen las preguntas sobre mi experiencia de Dios. En este día, la Iglesia recuerda a los santos Basilio y Gregorio, dos grandes testigos del amor de Dios para la Iglesia cristiana primitiva. Ellos, como el Bautista, supieron mostrar al Cordero de Dios con humildad y valentía. San Basilio no solo se esforzó en promulgar una sana teología, sino que también contempló en los pobres la imagen de Cristo. Gregorio predicó la imagen de la Trinidad y promulgó el principio de la comunión trinitaria. Recordar el camino de la santidad es crear metas personales y propias en las que pueda trabajar para alcanzar una santidad que sea imagen del rostro amoroso de Jesús. Quizás no sea “digno”, como afirma Juan Bautista, pero ello no me limita para buscar la pulcritud del corazón como espacio esencial para Dios.

 

LES ABRIRÁN CONTEMPLANDO

Buen Jesús, concédeme la fuerza para entender que soy parte de ti y que, como imagen del Padre, también debo cumplir una misión. Ella, muchas veces, no implica un ejercicio extravagante de mi fe, sino la sencillez y la simpleza para decir que yo creo en ti. Señor.Amén.

 

 


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