PRIMERA LECTURA
Del libro del Éxodo 17, 8-13
En aquellos días, Amalec vino y atacó a Israel en Refidín. Moisés dijo a Josué: “Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte, con el bastón de Dios en la mano”.
Hizo Josué lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; entretanto, Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte. Mientras Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencía Amalec. Y, como le pesaban los brazos, sus compañeros tomaron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras, Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así resistieron en alto sus brazos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su pueblo, a filo de espada.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 144
R. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
• Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.R/.
• No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel. R/.
• El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. R/.
• El Señor te guarda de todo mal, Él guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre. R/.
EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Lucas 18, 1-8
En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer. “Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle: ‘Hazme justicia frente a mi adversario’. Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme’”.
Y el Señor añadió: “Fíjense en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante Él día y noche?; ¿o les dará largas? Les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?”.
Palabra del Señor.
LECTIO DIVINA
PARA MEDITAR
Los cristianos no podemos hacer oídos sordos al clamor de la inmensa cantidad de hermanos, de los más necesitados de justicia, de verdad y de solidaridad. Cada vez que no tomamos conciencia de que somos los instrumentos de Dios para escuchar al pobre, que clama justicia, nos situamos fuera de la voluntad del Padre y de su proyecto, porque nuestra falta de solidaridad con sus necesidades afecta directamente nuestra relación con Dios.
Por el contrario, cuando escuchamos su insistente oración y actuamos en sintonía con la fe que profesamos, la justicia llegará a los que día y noche claman por ella. Si somos conscientes de nuestra responsabilidad cristiana, nos damos cuenta de que buena cantidad de las nuevas injusticias derivan de la explotación del corazón y de la manipulación del espíritu. Otras más las percibimos en nuestros ámbitos de la vida ordinaria, pues son muchos los que claman por causa de la avidez consumista y de la explotación irresponsable de unos por otros.
Estamos llamados a escuchar urgentemente a nuestros hermanos, respondiendo con una acción social renovada que nazca del amor de Dios que hemos conocido, un amor universal que no conoce límites. Esta coherencia entre fe y vida nos mostrará que nuestras obras de misericordia y nuestra justicia se transforman en esperanza viva para nuestro prójimo.
PARA REFLEXIONAR
Los desprotegidos de la ley aumentan considerablemente, ¿qué podemos hacer los cristianos para colocarnos del lado de los más débiles y exigir la justicia y la solidaridad?
ORACIÓN FINAL
Padre, gracias porque por tu Espíritu Santo defenderemos a tus elegidos que claman ante ti día y noche; permítenos ser testigos de que, en Jesús, estás del lado de quienes son ignorados, y danos la valentía de defenderlos frente a la indiferencia. Amén.
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