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Pan de la Palabra


15 Octubre 2025

  • Memoria obligatoria – Semana 28ª del tiempo Ordinario
  • Blanco
  • Teresa de Cepeda y Ahumada

PRIMERA LECTURA

De la Carta del apóstol san Pablo a los Romanos 2, 1-11

Tú que te eriges en juez, sea quien seas, no tienes excusa, pues, al juzgar a otro, a ti mismo te condenas, por que haces las mismas cosas, tú que juzgas. Sabemos que el juicio de Dios contra los que hacen estas cosas es según verdad.

¿Piensas acaso, tú que juzgas a los que hacen estas cosas pero actúas del mismo modo, que vas a escapar del juicio divino? ¿O es que desprecias el tesoro de su bondad, tolerancia y pa ciencia, al no reconocer que la bon dad de Dios te lleva a la conversión?

Con tu corazón duro e impenitente te estás acumulando cólera para el día de la ira, en que se revelará el justo juicio de Dios, el cual paga rá a cada uno según sus obras: vida eterna a quienes, perseverando en el bien, buscan gloria, honor e inco rrupción; ira y cólera a los porfiados que se rebelan contra la verdad y se rinden a la injusticia. Tribulación y angustia sobre todo ser humano que haga el mal, primero sobre el judío, pero también sobre el griego; gloria, honor y paz para todo el que haga el bien, primero para el judío, pero también para el griego; porque en Dios no hay acepción de personas.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 61

R. El Señor paga a cada uno según sus obras.

• Solo en Dios descansa mi alma, porque de Él viene mi salvación; solo Él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré. R/.

• Descansa solo en Dios, alma mía, porque Él es mi esperanza; solo Él es mi roca y mi salvación, mi alcá zar: no vacilaré. R/.

• Pueblo suyo, confíen en Él, des ahoguen ante Él su corazón: Dios es nuestro refugio. R/.

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Lucas 11, 42-46

En aquel tiempo, dijo el Señor: “¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de hortalizas mientras pasan por alto el derecho y el amor de Dios! Esto es lo que había que practicar, sin descuidar aquello.

¡Ay de ustedes, fariseos, que les en cantan los asientos de honor en las sinagogas y los saludos en las plazas! ¡Ay de ustedes, que son como tumbas no señaladas, que la gente pisa sin saberlo!”.

Le replicó un maestro de la ley: “Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros”. Y Él dijo: “¡Ay de ustedes también, maestros de la ley, que cargan a los hombres cargas insoportables, mientras ustedes no tocan las cargas ni con uno de sus dedos!”

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

PARA MEDITAR

 

Los repetidos “¡Ay!” de Jesús también nos cuestionan a los cristianos en nuestra vivencia de la fe, porque no todas nuestras prácticas religiosas y penitenciales son agradables a Dios.

Los “¡Ay!” nos recuerdan que no podemos vivir de la ilusión de que cual quier mortificación nuestra sea bien vista por Él. Los “¡Ay!” nos aseguran que tampoco podemos salir del paso con la justificación de que todo lo ha cemos por Él. Los “¡Ay!” nos hacen conscientes de que hay que demostrar con actos serios y concretos nuestro amor a Dios en la realidad de los hermanos, de sus predilectos: los pobres, los que sufren, los abandonados en las múltiples variantes de nuestra época.

Hemos de tomar bien en serio los “¡Ay!”, siendo coherentes con la fe que profesamos, sabiendo que la más auténtica expresión de nuestro amor es aquella mediante la cual se benefi cian los otros, en particular los más débiles, los marginados y excluidos de todo tiempo. Este amor concreto al prójimo será la verificación de que superamos los “¡Ay!”.

 

PARA REFLEXIONAR

 

¿Qué motivos tenemos para em prender ese camino de conversión que nos libera de la búsqueda conti nua de nuestros propios intereses al margen de nuestros prójimos?

 

ORACIÓN FINAL

 

Padre, envía la luz de tu Espíritu Santo para que no tengamos que es cuchar a Jesús enumerando ningún “¡Ay de ustedes!” respecto a nuestros comportamientos; que más bien podamos escuchar que estamos viviendo nuestro seguimiento en sintonía con sus intereses, que son los de nuestros hermanos. Amén.

 

 


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