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Pan de la Palabra


08 Noviembre 2024

  • Feria – Semana 31ª del tiempo Ordinario
  • Verde
  • San Adeodato

PRIMERA LECTURA

De la Carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 17−4, 1

Hermanos, sean imitadores míos y fíjense en los que andan según el modelo que tienen en nosotros. Porque −como les decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos− hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas; solo aspiran a cosas terrenas. Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo. Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manténganse así, en el Señor, queridos.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 121
R. Vamos alegres a la casa del Señor.

• ¡Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor”! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. R/.


• Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor. R/.

• Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. R/.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Lucas 16, 1-8

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: “Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: ‘¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando’. El administrador se puso a decir para sí: ‘¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa’.

Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi amo?’. Este respondió: ‘Cien barriles de aceite’. Él le dijo: ‘Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta’. Luego dijo a otro: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’. Él dijo: ‘Cien fanegas de trigo’. Le dice: ‘Toma tu recibo y escribe ochenta’. Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz”.

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

PARA MEDITAR

 

Vivir la santidad desde la exigencia “alégrense y regocíjense”, es comprometernos a un estilo de vida que va a contracorriente. Así lo afirma el papa Francisco en su exhortación Gaudete et exsultate: “Jesús mismo remarca que este camino va a contracorriente hasta el punto de convertirnos en seres que cuestionan a la sociedad con su vida, personas que molestan. Jesús recuerda cuánta gente es perseguida y ha sido perseguida sencillamente por haber luchado por la justicia, por haber vivido sus compromisos con Dios y con los demás” (n°. 90). Y concluye: “Aceptar cada día el camino del Evangelio, aunque nos traiga problemas, esto es santidad” (n°. 94).


La santidad que celebramos en este día nos invita a vivir la vida cristiana con autenticidad, poniendo a disposición de la comunidad nuestro mundo interior (alegría) para que el mundo que nos rodea sea transformado (regocijo), a poner los dones y carismas personales a su servicio, nada debe ser una excusa ante los imperativos de Jesús a sus discípulos. La santidad nos recuerda que nuestra vocación y misión son un estímulo para seguir creciendo como testigos de que nada arrancará de nuestro corazón la alegría que procede de nuestra relación con Jesús y con el Padre, ni debilitará nuestro compromiso en favor de sus hijos amados.


PARA REFLEXIONAR 


¿Cómo proclamar los valores del Reino de los Cielos mostrando al mundo que nada supera los valores de una alegría y regocijo permanentes, que ni la muerte podrá destruir? 
¿A quiénes debemos llevar motivos para estar alegres y comunicarles regocijo en la adversidad?


ORACIÓN FINAL 


Padre, que tu Espíritu Santo haga de nosotros, auténticos seguidores de Jesús, un signo del imperativo a estar alegres y a regocijarnos, pues nuestro galardón es mucho en los cielos; que la santidad sea la meta de nuestro caminar en el tiempo para vivirlo de manera permanente en tu compañía. Amén.

 

 


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