PRIMERA LECTURA
Comienzo de la Carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 1-10
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, a los santos, que están en Éfeso, a los fieles en Cristo Jesús: Gracia y paz a ustedes de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos. Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante Él por el amor. Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos, para alabanza de la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en el Amado. En Él, por su sangre, tenemos la redención, el perdón de los pecados, conforme a la riqueza de la gracia que en su sabiduría y prudencia ha derrochado sobre nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad: el plan que había proyectado realizar por Cristo, en la plenitud de los tiempos: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 97
R. El Señor da a conocer su salvación.
• Canten al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R/.
• El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia. Se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R/.
• Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; griten, vitoreen, toquen. R/.
• Tañan la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamen al Rey y Señor. R/.
EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 47-54
En aquel tiempo, dijo el Señor: “¡Ay de ustedes, que edifican mausoleos a los profetas, a quienes mataron sus padres! Así son testigos de lo que hicieron sus padres, y lo aprueban; porque ellos los mataron y ustedes les edifican mausoleos. Por eso dijo la Sabiduría de Dios: “Les enviaré profetas y apóstoles: a algunos de ellos los matarán y perseguirán”; y así a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo; desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que pereció entre el altar y el santuario. Sí, les digo: se le pedirá cuenta a esta generación. ¡Ay de ustedes, maestros de la ley, que se han apoderado de la llave de la ciencia: ustedes no han entrado y a los que intentaban entrar se lo han impedido!”. Al salir de allí, los escribas y fariseos empezaron a acosarlo implacablemente y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, tendiéndole trampas para cazarlo con alguna palabra de su boca.
Palabra del Señor.
LECTIO DIVINA
PARA MEDITAR
Hemos escuchado seis “¡ayes!” de Jesús contra fariseos y maestros de la Ley, el lenguaje es fuerte e interpelante también para nosotros los lectores de Lucas hoy, que afirmamos y profesamos con desenvoltura que son los designios de Dios los que nos guían. Consecuentemente, cada día se nos exige realizar la misión que Él nos propone en justicia y santidad. Esta realización cuesta trabajo, exige acción, nos provoca una lucha interna que reclama coherencia entre el decir y el hacer, que demanda la superación de todo formalismo legal, aunque solicite sacrificios.
Los “¡ayes!” se nos convierten en una exigencia grande, que jamás se interrumpe, que requiere discernimiento para la cual, rara vez, estamos en realidad a la altura. Ser auténticos creyentes, cristianos, personas buenas y justas, significará que siempre procuremos realizar con la gracia de Dios lo que la comunidad exige para, de esta forma, tender hacia la plenitud y perfección exigidas por Dios y por la comunidad.
PARA REFLEXIONAR
¿Cómo vencer todos los males denunciados por Jesús con sus “¡ayes!”? ¿Cómo ser personas de bien, de comunión, de justicia, de vida y de solidaridad con todos sin restricciones legales?
¿A quiénes darle acceso al misterio de Dios para que en su compañía se salven?
ORACIÓN FINAL
Padre, danos tu Espíritu Santo para que no se nos tenga que pedir cuentas de la sangre de los profetas, ni de persona que nos ofrece la frescura del Evangelio; que seamos una comunidad de acogida y de vida, que sea desterrado para siempre todo sentimiento segregador. Amén.
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