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Pan de la Palabra


31 Marzo 2024

  • RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
  • Blanco
  • DOMINGO DE PASCUA

PRIMERA LECTURA

Del libro de los Hechos de los Apóstoles 10, 34.37-43

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: “Ustedes conocen lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. A este lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: a nosotros, que hemos comido y bebido con Él después de su resurrección de entre los muertos. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. De Él dan testimonio todos los profetas: que todos los que creen en Él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados”.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 117
R. Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.

• Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. R/.


• “La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa”. No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. R/.

• La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. R/.

 

SEGUNDA LECTURA

De la Carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1-4

Hermanos: Si han resucitado con Cristo, busquen los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspiren a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque han muerto; y su vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes aparecerán gloriosos, juntamente con Él.

Palabra de Dios.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que Él había de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

PARA MEDITAR

 La Pascua nos sobrecoge, nos desborda, nos maravilla, nos envuelve en su secreto silencioso, y misteriosamente nos hace proclamar con el mismo espíritu kerigmático que caracterizó a las primitivas comunidades cristianas que “hemos sido amados primero”. Que llevaremos en nuestra carne, redimida del pecado por el Cordero de Dios que ha resucitado y perdonado el pecado del mundo, una impronta de amor que permanecerá para siempre. Podemos proclamar llenos de júbilo desbordante que hemos sido redimidos y rescatados, que el rostro del Padre se ha hecho visible, su voz audible, su presencia palpable, su misterio creíble y su Palabra hecha carne ha resucitado.

 

El Misterio Pascual nos envuelve y de algún modo en el silencio sobrecogedor hay una expectación del Resucitado que se nos entrega en su Palabra, en las Escrituras, nos adviene en su presencia personal al dar testimonio que la vida ha triunfado sobre la muerte. Es la maravillosa expectación de una manifes­tación divina, de un suceso o acontecimiento revelador, de la comunicación de su nuevo modo de existir que no se retiene para sí, sino que se com­parte con todos, por amor, y que se vuelve en verdad un aconte­cimiento revelador de lo divino e inexpresable aun en la vida cotidiana.

 

PARA REFLEXIONAR

 

¿Cómo mostrar que el evento de la Resurrección de Jesucristo plasmado en las Escrituras es digno de ser creído porque es el testimonio de los testigos oculares del evento?

¿Qué pautas puedo elegir para ser testigo de que la Palabra se encarnó y ahora vive por los siglos?

 

ORACIÓN FINAL

 

Padre, con toda la comunidad cristiana te doy gracias porque Jesús ha resucitado según las Escrituras. Ayúdanos a creer en ellas, a familiarizarnos con ellas, a leerlas buscando no solo el rostro del Resucitado, sino tu rostro por la acción de tu Espíritu Santo, inspirador de la Palabra escrita en el seno de la Iglesia. Amén.

 


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