PRIMERA LECTURA
Del libro de Isaías 42, 1-4.6-7
Esto dice el Señor: “Miren a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco. He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará. Manifestará la justicia con verdad. No vacilará ni se quebrará, hasta implantar la justicia en el país. En su ley esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado en mi justicia, te cogí de la mano, te formé e hice de ti alianza de un pueblo y luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas”.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 28
R. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
• Hijos de Dios, aclamen al Señor, aclamen la gloria del nombre del Señor, póstrense ante el Señor en el atrio sagrado. R/.
• El Dios de la gloria ha tronado. En su templo, un grito unánime: “¡Gloria!”. El Señor se sienta sobre las aguas del diluvio, el Señor se sienta como rey eterno. R/.
EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Marcos 1, 7-11
En aquel tiempo, proclamaba Juan: “Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado con agua, pero Él los bautizará con Espíritu Santo”. Y sucedió que por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu que bajaba hacia Él como una paloma. Se oyó una voz desde los cielos: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco”.
Palabra del Señor.
LECTIO DIVINA
PARA MEDITAR
Como Jesús, gracias a la fe y al bautismo cristiano, estamos llamados a ser reconocidos como hijos de Dios, hijos amados, hijos que son objeto de su complacencia. Esta profunda e intensa experiencia de fe tiene que ser real, ha de vivirse sin ningún egoísmo o utilización de la persona, desde la práctica de saberse verdaderamente “amado” por un amor inconcebible, desbordante, real y personal, que lo envuelve todo con su ternura entrañable.
Entonces no queda duda, Dios nos confirma: me complazco en ti porque también tú eres mi hijo amado, el amado, el decidido y definitivo amor de mi existencia como Padre y de la de mi Hijo, porque sé que tú al saberte mi amado en nada cambiarás mis palabras, mis proyectos, mis planes, en todo harás mi voluntad amorosa, en todo te sentirás amado por mí, y lo experimentarás, no habrá momento de tu existencia en el que no te sepas amado con todo mi amor, revelado en la entrega de mi Hijo.
Podemos entender, por tanto, que sólo es válido buscar ser amado cuando dicha búsqueda es una respuesta creativa del amor, cuando es una disponibilidad de mi ser personal que deja espacio a Dios para que actúe en mi vida y para que su voluntad se realice en favor de todo ser humano.
PARA REFLEXIONAR
¿Qué estoy haciendo para que el amor de Dios llegue a todos sus hijos que aún no han experimentado cuánto los ama su Padre?
¿Qué acciones puedo emprender para comunicar la Buena Noticia del amor de Dios mostrado en la muerte en cruz de Jesús?
ORACIÓN FINAL
Padre, gracias porque proclamando a Jesús como tu Hijo amado nos has abierto una puerta a tu intimidad y a tu misterio entrañable; concédenos ser renovados interiormente por tu Espíritu Santo y por su presencia en medio de nosotros, y ser testigos de cuán grande es tu amor para tus hijos e hijas que te reconocen como Padre. Amén.
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