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Pan de la Palabra


01 Enero 2024

  • Solemnidad
  • Blanco
  • SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS

PRIMERA LECTURA

Del libro de los Números 6, 22-27

El Señor dijo a Moisés: “Ordena a Aarón y a sus hijos que cuando vayan a bendecir a los israelitas digan las siguientes palabras: ‘Que el Señor te bendiga y te proteja; que el Señor te muestre su rostro radiante y te trate con bondad; que el Señor vuelva a ti sus ojos y te conceda la paz’. Cuando ellos invoquen mi nombre sobre los israelitas, yo los bendeciré”.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo  66
R. Bendícenos, Señor, y concédenos la paz.

• El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R/.


• Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud, y gobiernas las naciones de la tierra.  R/.

• ¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga, que le teman hasta los confines del orbe. R/.

 

SEGUNDA LECTURA

De la Carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 4, 4-7

Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo fijado, envió Dios a su Hijo, que nació de una mujer y se sometió a la Ley, para rescatar a los que vivíamos sometidos a la Ley, y para que fuéramos hijos adoptivos de Dios. Y la prueba de que somos hijos, es que Dios nos envió el Espíritu de su Hijo para que viva en nuestro corazón. Ese Espíritu es el que nos hace clamar: “Abbá, Padre”. De manera que ya no eres esclavo sino hijo; y por ser hijo, Dios te hace heredero.

Palabra de Dios.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Lucas 2, 16-21

Cuando los pastores recibieron el anuncio del ángel, se fueron corriendo y encontraron a María, a José y al niño acostado en la pesebrera. Al verlo, contaron lo que se les había dicho acerca de ese niño. Y todos los que lo oyeron se quedaron admirados de lo que los pastores les contaron. María, por su parte, conservaba todas estas cosas en el corazón pensando qué significaban. Los pastores se volvieron dando gloria y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído tal como se les había dicho. Ocho días después, cuando llegó el momento de circuncidar al niño, le pusieron el nombre de Jesús, que era el nombre que le había dado el ángel antes de su concepción.

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

PARA MEDITAR

 

María, la Madre de Dios, se nos presenta como el profeta, ella espera. Ella, aun después del alumbramiento, tiene es­peranza. Esperanza en el Hijo, del que no sabe del todo qué será de su futuro, al que le pusieron el nombre de Jesús, por lo que opta por conservar todas las cosas que oye y las medita en su corazón. Pero lo cierto es que ese Hijo está ahí, real, como signo de un por­venir imprevisible que se hará presencia, que alumbrará (será luz que se revela a los pueblos paganos), que comenzará a hacer viable la comunión entre Dios y los seres humanos, que desvelará las intenciones de muchos, que se ocupara de las cosas de Dios, su Padre.

 

María, la Madre de Dios, es para nosotros una maravillosa me­diación entre Dios y su Hijo encarnado, Jesús. Ella favorece el diálogo entre Dios y el ser humano, facilita la integra­ción y la comunicación entre ambos sujetos, entre ambas personas, la divina y la humana, y lo hace en profunda sencillez, al presentar a los ojos de los pastores y de todo ser humano a aquel del que se les había hablado. Su diálogo es vital, trasformador, orienta toda la existencia hacia una nueva dirección, porque a quien presenta para ser contemplado, acogido y abrazado es al Hijo de Dios hecho niño, al que le pusieron por nombre Jesús.

 

 

PARA REFLEXIONAR

 

¿En qué aspectos puedo favorecer el encuentro con Jesús como misterio que ilumina y da sentido a la vida de las personas?

¿Cómo puedo provocar el encuentro con Jesucristo con personas que aún esperan en Dios y con las personas que han perdido toda esperanza?

 

ORACIÓN FINAL

 

Padre, gracias por la maternidad divina de María, porque ella nos ofrece a Jesucristo como lugar de encuentro contigo en su carne, en la historia y en la vida cotidiana; concédenos ser fecundos evangelizadores para que muchos puedan conocerte, alabarte y darte gloria en el Espíritu Santo. Amén.

 


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