PRIMERA LECTURA
De la Carta del apóstol san Pablo a los Romanos 4, 20-25
Hermanos: Abrahán, ante la promesa divina no cedió a la incredulidad, sino que se fortaleció en la fe, dando gloria a Dios, pues estaba persuadido de que Dios es capaz de hacer lo que promete; por lo cual le fue contado como justicia. Pero que “le fue contado” no está escrito solo por él; también está escrito por nosotros, a quienes se nos contará: nosotros, los que creemos en el que resucitó de entre los muertos a Jesucristo nuestro Señor, el cual fue entregado por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Lucas 1
R/. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo.
• Suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. R/.
• Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza. R/.
• Y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. R/.
EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 13-21
En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús: “Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia”. Él le dijo: “Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?”. Y les dijo: “Miren: guárdense de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes”. Y les propuso una parábola: “Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: ‘¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha’. Y se dijo: ‘Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente’. Pero Dios le dijo: ‘Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?’. Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios”.
Palabra del Señor.
LECTIO DIVINA
PARA MEDITAR
• La cuestión que nos plantea hoy Jesús es ser ricos o pobres ante Dios, es decir, la actitud evangélica ante los bienes materiales, pocos o muchos, que poseemos. No coincide el concepto de pobreza y riqueza que Dios tiene con el que nos hacemos comúnmente.
Lo mismo que todos queremos ser felices, todos deseamos ser ricos. Es lo que también quiere Dios: que todos sus hijos vivan bien, sin que les falte lo necesario, pues la miseria material no es un bien en sí misma. Por tanto, el bienestar no es una aspiración despreciable, con tal que no se logre a costa de otros valores superiores, tales como la libertad de espíritu, la disponibilidad, apertura y confianza en Dios, el compartir con los que no tienen, el respeto a los derechos de los demás, el sentido de la justicia social y de la responsabilidad cívica, la caridad y el desprendimiento de lo superfluo para uso de los demás, en especial de los más pobres.
● La idolatría consumista. Es universal la tentación del consumismo, pues vivimos alienados por una sociedad de consumo que prima el tener sobre el ser. Por eso casi nadie se libra de ser manipulado por la propaganda del bienestar que cifra la felicidad humana en la opulencia, en producir y consumir, tener y gastar y poder equilibrar los ingresos con un abultado régimen de gastos.
La sociedad occidental es una fábrica de sueños para “ricos insensatos” de hecho o de deseo, pero empobrecidos interiormente, drogados por la codicia y el afán de poseer, sumisos adoradores del dios dinero. En el fondo de todo esto subyace un enorme error: se identifica el ser persona con el tener bienes y cosas. De esta forma la personalidad y la felicidad se supeditan al tener y al consumir, gastando no solo en las necesidades perentorias y razonables, sino también en las ficticias y artificiales.
para reflexionar
• En mayor o menor medida todos corremos el peligro de ser “necios”, según el baremo de calificación de Jesús. Coloquémonos por un momento al final de nuestra vida: ¿Qué podemos llevarnos sino lo que hayamos invertido en el amor a Dios y al prójimo? “Lo que has acumulado, ¿de quién será?”.
ORACIÓN FINAL
Señor, queremos compartir nuestro pan con los demás, invirtiendo nuestros haberes en los más pobres. Así seremos ricos ante ti con el secreto tesoro de la felicidad: amar a Dios y a los hermanos. Amén.
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