PRIMERA LECTURA
De la Carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 3, 21-29
Hermanos: La Escritura presenta al mundo entero prisionero del pecado, para que lo prometido se dé por la fe en Jesucristo a todo el que cree. Antes de que llegara la fe estábamos prisioneros, custodiados por la ley, esperando que la fe se revelase. Así, la ley fue nuestro pedagogo hasta que llegara Cristo y Dios nos justificara por la fe. Una vez que la fe ha llegado, ya no estamos sometidos al pedagogo, porque todos son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Los que se han incorporado a Cristo por el bautismo se han revestido de Cristo. Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos son uno en Cristo Jesús. Y, si son de Cristo, son descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 104
R. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
• Cántenle al son de instrumentos, hablen de sus maravillas; gloríense de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. R/.
• Recurran al Señor y a su poder, busquen continuamente su rostro. Recuerden las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca. R/.
• ¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, Él gobierna toda la tierra. R/.
EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 27-28
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las gentes, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: “Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron”. Pero Él repuso: “Mejor, dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”.
Palabra del Señor.
LECTIO DIVINA
PARA MEDITAR
• Con la bienaventuranza de la Palabra guarda estrecha relación la bienaventuranza de la fe que leemos en dos textos evangélicos. Primero: Cuando María visita a su prima Isabel, esta le dice: “Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. Segundo: Cuando Cristo resucitado se aparece a los apóstoles, estando Tomás presente, dice: “¡Dichosos los que crean sin haber visto!”. Es la dicha de la fe viva que encarna la Palabra en la vida y que nos constituye en discípulos de Jesús.
Ambas bienaventuranzas, de la fe y de la Palabra, que hemos de sumar a las ocho del discurso del monte, van unidas y tienen pleno cumplimiento en María, como Jesús conocía muy bien; por tanto, a ella se aplican como a la primera aludida. “A lo largo de la predicación de Jesús, María acogió las palabras con que su Hijo, exaltando el Reino por encima de las condiciones y lazos de la carne y de la sangre, proclamó bienaventurados a los que escuchan y cumplen la Palabra de Dios. Así avanzó también la santísima Virgen en la peregrinación de la fe”.
La altura que María de Nazaret alcanzó en la fe mediante la escucha y la práctica de la Palabra de Dios la convierte meritoriamente en tipo y ejemplar acabado de la fe del discípulo de Cristo y de la misma comunidad cristiana, además de miembro singular y madre de la Iglesia.
Su figura, encarnación viva del evangelio de hoy, nos muestra que creer eficazmente supone un giro copernicano en nuestra existencia personal, porque afecta a nuestra actitud ante Dios y los hermanos, el mundo y el trabajo, la vida y la convivencia.
para reflexionar
• ¿Cuál es la ley que rige nuestra vida: la norma o la fe? ¿Cómo podríamos describir nuestro nivel de aceptación de la Palabra de Dios?
ORACIÓN FINAL
Gracias, Señor, por la ternura maternal de María. Ella fue la primera cristiana y discípula de Jesús; por eso su figura tiene valor universal y permanente. Con Jesús, ella es modelo de nuestra opción por el Reino. Enséñanos, Señor, a rezar con María, madre de la Iglesia. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Amén
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