Evangelio del día: Lucas 15, 1-3.11-32
Jacobo era hijo de un gran empresario. Su padre le había enseñado a manejar los negocios para que le ayudara en su empresa, pero Jacobo no quería trabajar. Quería ser un cantante famoso y ganar dinero fácil, por eso, pidió que le entregaran su herencia para cumplir su sueño. El empresario decidió confiar en su hijo y le dio el dinero. Entonces, Jacobo compró su guitarra, ropa apropiada, convenció a un amigo para que lo acompañara en su travesía por los bares a cantar. Fueron días de grandes comilonas y borracheras. Jacobo gastó todo el dinero y ya nadie lo contrataba. Su amigo, al ver que no tenía más dinero, lo abandonó. Entonces, Jacobo, solo, triste, hambriento y avergonzado, decidió regresar a donde su padre, pedirle perdón y que le diera trabajo como a cualquiera de sus empleados. Aunque temía que su padre lo rechazara, cuando éste lo vio, le dio un gran abrazo. Lo acogió y dio una fiesta para recibirlo. Desde entonces Jacobo fue un gran trabajador y valoró el amor incondicional que siempre le profesó su padre. Del mismo modo, tú ama a tus padres y pídeles perdón si los has ofendido.