Para meditar
Bien sabemos que no es fácil conjugar el verbo amar. Por eso la palabra invita a conjugarlo desde la propia experiencia personal, amar al prójimo como a sí mismo, es decir, no se exige amarlo más, pero tampoco menos que a uno mismo. El parámetro está dado en la palabra “como”.
El amor se vuelve operante cuando soy capaz de dar al otro “como” a mí mismo me gustaría recibir. Cuando se ama de forma personal a otra persona el interés se centra no en lo que se pueda recibir de aquella, sino de ella misma. La propuesta de Pablo está completamente centrada en la persona de Dios que en Cristo nos ha hecho su especial pertenencia personal, y desde la centralidad de su persona nos hace participes de todos los bienes de la creación.
Mucho más exigente es la propuesta de Jesús que en el Evangelio nos dirige un mandato difícil de digerir: el amor a los enemigos. Aquí definitivamente quien no ha conocido el amor de Dios entregado en Cristo, no puede más que menear la cabeza y dar media vuelta. Por el contrario, quien ha experimentado personalmente el amor de Dios y el gozo de la salvación está capacitado para amar.
La Palabra de Dios en este domingo nos confronta con un verbo difícil de conjugar, cargado de responsabilidad, que obliga a asumir al otro como tal. Este verbo no puede ser conjugado en primera persona singular, exige la conjugación en plural, esa que abarca a todos, incluso a los que nos hacen daño.
La predicación del Evangelio a los pueblos abraza a todos sin excepción. El testimonio por excelencia de este amor es el mismo Cristo, quien desde la cruz otorga el perdón hasta a los mismos verdugos. En Cristo el amor al enemigo alcanza su máxima expresión y fuerza en la cruz.
Para reflexionar
● ¿En qué medida asumimos con seriedad el objetivo de ser santos porque Dios como el Padre celestial, de quien somos imagen y semejanza?
Oración final
Oh Dios, abre nuestro corazón al don de tu Espíritu para que en la victoria del bien sobre el mal manifestemos nuestra identidad de hijos de Dios y testimoniemos tu evangelio de reconciliación y de paz. Amén.
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