Para meditar
Aun cuando muchas veces se le echa la culpa a Dios de los males personales y sociales, la palabra de hoy nos asegura que el verdadero responsable de estos es el ser humano y sus decisiones, pues Dios mismo ha puesto en sus manos la capacidad de dar una orientación a la vida. Él ha dado las opciones y respeta las decisiones, por eso el ser humano debe asumir las consecuencias de su elección.
La capacidad para decidir la orientación que se da a la vida requiere de la sabiduría misteriosa de Dios, que sin lugar a dudas es la sabiduría de la cruz, que conduce a la gloria. Por eso, orientar la vida bajo el signo de la cruz es optar por la sabiduría divina, y, a pesar de todas las apariencias, escoger el camino de la gloria, el mismo que Cristo escogió, y el único que ha señalado a sus servidores. La Palabra de Dios que ha sido dada desde el principio mantiene su vigencia, y antes que flexibilizarse o relativizarse ella es presentada con la radicalidad propia de sus orígenes. Jesús quiere liberar la ley de todo el lastre que a lo largo de los siglos se ha acumulado en torno a ella, para dejar al descubierto el querer original de Dios en relación con la salvación del ser humano.
Optar por cumplir la voluntad de Dios es decidirse por la vida y todo lo que ella comporta; es renunciar a todo concepto engañoso de sabiduría. Una vida conforme al querer de Dios implica orientarla en un sentido liberador de todo lo que pueda esclavizar a la persona o comprometer su dignidad. El evangelio de la vida se ha impuesto ante el reino de la muerte, su sabiduría, el misterio de la cruz, ha hecho callar las muchas voces engañosas que brotan de todos los frentes. El Evangelio es la revelación del misterio de la cruz y de la resurrección final en Cristo Jesús.
Para reflexionar
● ¿Hacemos buen uso de la libertad que Dios Padre nos concede? ¿Estamos siempre abiertos a la llamada de Jesús a una justicia más grande? ¿Somos conscientes de que aún no hemos alcanzado la justicia plena?
Oración final
Antes de presentarnos ante tu altar, Señor, antes que sea el hermano quien tome la iniciativa, ayúdanos a salir a su encuentro y poner fin al conflicto que rompe todo vínculo de unidad y fraternidad. Amén.
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