Para meditar
Las comunidades preguntan… “¿Cómo vivir en comunidad con ideas tan distintas?”. Jesús responde: “¡No se turbe su corazón! En la casa de mi Padre hay muchas moradas”. La insistencia en tener palabras de ánimo que sirvieran de ayuda para superar las turbaciones y las divergencias es signo de que debían existir tendencias muy distintas entre las comunidades, queriendo una ser más verdadera que la otra.
No es necesario que todos piensen de la misma forma. Lo que importa es que todos acepten a Jesús como revelación del Padre y que, por amor suyo, tengan actitudes de servicio y de amor. Amor y servicio son el cemento que pega entre sí los ladrillos de la pared y hace que las distintas comunidades se conviertan en una Iglesia sólida de hermanos y hermanas.
Tomás pregunta… “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos conocer el camino?”. Jesús responde: “¡Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida!”. Tres palabras importantes. Sin camino, no se camina. Sin verdad, no se acierta. ¡Sin vida, solo hay muerte! Jesús explica el sentido. Él mismo es el camino, porque: “Nadie va al Padre sino por mí”, puesto que Él es la puerta, por la que las ovejas entran y salen. Jesús es la verdad, porque mirándolo a Él, vemos la imagen del Padre. “¡Si me conocen a mí, conocerán también a mi Padre!”. ¡Jesús es la vida, porque caminando como Jesús ha caminado, estaremos unidos al Padre y tendremos la vida en nosotros!
Para reflexionar
● ¿Cuáles son las “obras mayores” que podemos realizar según las palabras de Jesús? ¿Qué problema o deseo aparece en las preguntas de Tomás y de Felipe?
Oración final
Señor, tú eres nuestro Dios y nosotros somos tu pueblo. Queremos ser santos como tú eres Santo, queremos en todo hacer siempre tu voluntad. Amén.
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