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Santa Misa II Domingo de Pascua o Divina Misericordia



Santa Misa II Domingo de Pascua o Divina Misericordia

Para meditar

Hoy parece como si el evangelio quisiera transmitirnos una “catequesis del domingo cristiano”. La primera de las apariciones que cuenta Juan sucede “el día primero de la semana”, y la segunda “a los ocho días”, o sea, de nuevo el primer día: pero de la semana siguiente, lo cual apunta a nuestra marcha incesante, semana tras semana, hacia la plenitud de los tiempos.

¿Los días intermedios no tuvieron esos discípulos la convicción de la presencia del Resucitado? Jesús se había despedido diciendo: “Estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”. Aquí Juan quisiera convencernos de que es el domingo cuando de un modo privilegiado podemos experimentar la gracia que nos hace el Señor con su presencia.

La reunión dominical es un momento muy significativo en que nos reunimos en torno a Cristo (“donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo”), escuchamos su Palabra y participamos en el memorial de su sacrificio pascual, comulgando con su Cuerpo y Sangre. Vale también hoy lo que ha sido lema y consigna desde el principio de la Iglesia: la “comunidad del Señor” se reúne en “el día del Señor” para celebrar la “cena del Señor”.

Ser fieles a esta convocatoria eucarística del domingo es como una garantía de que los cristianos seguiremos creciendo en nuestra unión con Cristo, en nuestra pertenencia a su comunidad y en nuestra vida de fe. La Eucaristía dominical es como una inyección de esperanza y valentía para la vida de cada día.

Para reflexionar

● ¿De qué manera estamos trabajando para aproximarnos cada vez más al ideal de la primera comunidad cristiana?

Oración final

¡Señor mío y Dios mío! Que podamos verte y tocarte junto a nuestros hermanos, que no nos alejemos nunca de la comunidad. Amén.


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