Para meditar
Los profetas entrevén un futuro en el cual el pueblo de Dios renace gracias a la efusión del Espíritu. En Juan estas profecías se cumplen en Jesús. Como sucede en la creación, así el Espíritu aparece y desciende sobre Jesús “bajo forma de una paloma venida del cielo”. ¡Es el comienzo de la nueva creación! Jesús pronuncia las palabras de Dios y nos comunica el Espíritu, con abundancia. Cuando Jesús se despide, dice que enviará otro consolador, otro defensor que estará con nosotros. Es el Espíritu Santo. Por su pasión, muerte y resurrección, Jesús conquista para nosotros el don del Espíritu. Cuando se les aparece a los apóstoles sopló sobre ellos y dijo: “¡Reciban el Espíritu Santo!”. El primer efecto de la acción del Espíritu Santo en nosotros es la reconciliación: “A quienes les perdonen los pecados les quedan perdonados y a quienes se los retengan les quedan retenidos”. Mediante el bautismo todos recibimos este mismo Espíritu de Jesús. El Espíritu es como el agua que brota de lo íntimo de las personas que creen en Jesús. El Espíritu se nos da para poder recordar y entender el pleno significado de las palabras de Jesús.
En el Evangelio de Juan, el primer encuentro entre Jesús resucitado y sus discípulos está marcado por el saludo: “¡La paz esté con ustedes!”. La paz que Jesús nos da es diferente a la pax romana, construida por el Imperio romano. Paz es una palabra rica de un profundo significado. Es integridad de las personas delante de Dios y de los otros. Significa también vida plena, feliz, abundante. La paz es señal de la presencia de Dios, porque nuestro Dios es un Dios de paz. “El Señor es paz”.
Para reflexionar
● ¿Cuáles son las características de la acción del Espíritu Santo que Jesús comunica? ¿Qué importancia tiene todo esto para la vida de nuestra comunidad hoy?
Oración final
Te damos gracias, Padre, pues cada vez que nos reunimos en el nombre de tu amado Hijo, Él se hace presente entre nosotros y nos da el don de su Espíritu. Amén.
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