PARA MEDITAR
El canto del “siervo de Yahvé” presenta la figura carismática-profética de aquel que, lleno del Espíritu de Dios, hace brillar la justicia en las naciones como proyecto de Dios, pero sin utilizar los criterios y los medios que usan los poderosos para obtenerla, sino por medio de la fuerza y la esperanza que le otorgan el ser elegido por Dios para esta misión. Por eso él será llamado a ser alianza con el pueblo y luz de las naciones, posibilitando que los ojos de los ciegos (naciones) se abran y los que están en cadenas (personas y pueblos dominados) obtengan libertad y vida.
La comunidad que presenta el libro de los Hechos trata de reproducir y actualizar las palabras y acciones del Maestro, es decir, prolongar la vivencia (amor) del Hijo de Dios, rompiendo los esquemas elitistas y acogiendo a todos en el gran proyecto de salvación. La comunidad cristiana (Iglesia) discierne así la Palabra de Dios que no hace distinción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia.
El Mesías, que pide el bautismo a Juan como cumplimiento de toda justicia, se presenta como la manifestación del Reino de Dios que anuncia la salvación de los pecadores. El cielo abierto y el descenso del Espíritu representan la plena revelación-comunicación de Dios en la persona de Jesús que asume el proyecto del Padre: implantar la justicia y solidarizarse con los marginados. La voz venida del cielo confirma la misión que realizará el Mesías, el “Hijo amado”: devolver al ser humano la dignidad de hijo de Dios, liberándolo del pecado y de la muerte.
Como bautizados tenemos la obligación de continuar la misión del Hijo de Dios para liberar a los hombres de la injusticia, la indiferencia, la falta de solidaridad e, incluso, el alejamiento de Dios.
PARA REFLEXIONAR
ORACIÓN
Señor, tú nos revelas que eres el Hijo de Dios, su ungido, su amado, enséñanos a acercarnos a Él con un corazón abierto a su Espíritu, su Palabra, su amor y solidaridad.
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