PARA MEDITAR
En este XXVI domingo del tiempo Ordinario, la liturgia nos presenta la parábola del pobre Lázaro, sentado delante de la puerta del rico. Esta parábola es un fiel espejo, en el que se refleja no solo la situación de la sociedad del tiempo de Jesús, sino también nuestra sociedad del siglo XXI. La parábola es una denuncia fuerte y radical de esta situación, porque indica claramente que Dios piensa al contrario de nosotros. En la parábola aparecen tres personas: el pobre, el rico y el padre Abrahán. El pobre tiene un nombre, pero no habla. Apenas existe. Sus únicos amigos son los perros que lamen sus heridas. El rico no tiene nombre, pero habla siempre e insiste. Quiere tener razón, pero no lo consigue. El padre Abrahán es padre de los dos y ama a los dos y llama al rico que está en el infierno, pero no consigue obtener que el rico cambie de opinión y se convierta.
La parábola es como una ventana que Jesús abre para nosotros hacia el otro lado de la vida, el lado de Dios. No se trata del cielo. Se trata del verdadero lado de la vida descubierto solo por la fe y que el rico sin fe no percibe.
PARA REFLEXIONAR
ORACIÓN
Señor, tu Palabra nos llega hasta lo más profundo, cuestiona nuestro estilo de vida acomodado, ayúdanos a asumir actitudes que expresen que hemos comprendido la práctica el amor.
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