PARA MEDITAR
La liturgia de este domingo nos ofrece un texto del Evangelio de Lucas que habla de oración, un tema muy importante para Lucas. Es la segunda vez que este evangelista trae palabras de Jesús para enseñarnos a orar. La primera vez (Lc 11, 1-13), introduce el texto del Padrenuestro y mediante comparaciones y parábolas, nos enseña que debemos orar siempre, sin desfallecer. Ahora, esta segunda vez, (Lc 18, 1-4), Lucas recurre de nuevo a parábolas extraídas de la vida de cada día para dar instrucciones sobre la oración: la parábola de la viuda y del juez (18, 1-8), del fariseo y del publicano (Lc 18, 9-14).
La recomendación “orar sin desfallecer” aparece muchas veces en el Nuevo Testamento. Era una de las características de la espiritualidad de las primeras comunidades cristianas. Y también uno de los puntos en los que Lucas insiste mayormente, tanto en el Evangelio como en los Hechos.
La eficacia de la oración continua, de la súplica constante, de la búsqueda insistente del amor por la verdad y la justicia, forja al discípulo en la misión. Solo aquellos que rezan insistentemente ponen a Cristo en el centro de sus vidas y de la misión que se les confía, creciendo en la fe. Solo aquellos que oran insistentemente se vuelven atentos y son capaces de escuchar, comprender y descubrir las necesidades y las peticiones de redención material y espiritual tan presentes en el corazón de la humanidad de hoy.
PARA REFLEXIONAR
ORACIÓN
Señor Jesús, tú nos enseñaste a hablar con Dios como un hijo con su Padre, afirmando que todo lo que pidamos en tu nombre, Él nos concederá. Con esta certeza queremos orar siempre. Amén.
Complementa los ocho (8) pasos de la Lectio Divina adquiriendo el Misal Pan de la Palabra