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PARA MEDITAR
La liturgia de este domingo nos pone en sintonía con el valor de la Ley divina, la acción creadora y santificadora de Dios y la centralidad de la ley al servicio del prójimo. El lugar de la Ley de Dios no es la lejanía, ni del cielo ni del mar, sino el centro mismo de la persona: el corazón. Los mandamientos no son superiores a las fuerzas humanas, eso los volvería incapaces de realizarse. El ser humano los conoce, están a su alcance, en su propio ser, en sus labios y en su corazón, por eso es posible y humano su cumplimiento, no sólo en cuanto a su normatividad, sino, ante todo, en cuanto a su espíritu.
Jesús relaciona la ley con el amor concreto al prójimo maltratado. El modelo de prójimo presentado por al doctor de la ley es muy significativo, en cuanto que para Jesús prójimo no es el que pertenece al pueblo de Israel, sino todo ser humano que se encuentre en una situación adversa. Ése es el prójimo, por encima de todo tipo de prejuicio, y en él se concretiza el mandamiento del amor a Dios y al prójimo.
PARA REFLEXIONAR
ORACIÓN
Padre, haznos dignos de servir a tus hijos y hermanos nuestros, que viven en medio del mundo y mueren en la pobreza y el hambre. Dales, a través de nuestras manos y nuestro corazón, el pan de cada día, la paz y la alegría.Amén.
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