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PARA MEDITAR En el Evangelio de Lucas, la misericordia de Dios se manifiesta en Jesucristo. Se puede decir, que el Jesús de Lucas es la encarnación de la presencia misericordiosa de Dios entre nosotros. Lucas pone de relieve una imagen de Dios, ya revelada en el Antiguo Testamento (Ex 34, 6), pero que desgraciadamente parece que haya sido olvidada por los escribas y fariseos que hacían hincapié en la imagen de un Dios “que castiga la culpa de los padres en los hijos” (Ex 34, 7). A la misericordia del padre que se conmueve (Lc 15, 20), se contrapone la conducta severa del hijo mayor, que no acepta a su hermano como tal, sino que en el diálogo con el padre lo define “este hijo tuyo que ha malgastado todos sus bienes con prostitutas” (Lc 15, 30). Aquí se entrevé la conducta de los escribas y de los fariseos que “murmuraban: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”. A Jesús le gusta entretenerse con los pecadores y alguna vez hasta se invita por su cuenta a visitar sus casas y comer con ellos. (Lc 19, 1-10).
