En la primera lectura la invitación es a buscar la sabiduría suprema de Dios. Pues encontrarla es atraer todas las bendiciones del Señor: “Todos los bienes me vinieron con ella”. La segunda lectura hace un elogio a la Palabra y la señala como el referente único que “descubre los pensamientos e intenciones del corazón”. Esa Palabra es el criterio para obrar en justicia y en transparencia.