El evangelio de hoy concluye con una alabanza a Dios por parte de la multitud, con palabras tomadas del profeta Isaías referidas al tiempo de la salvación: “Se iluminarán los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos se abrirán… la lengua del mudo cantará”. La multitud, que sin duda son “los pobres de este mundo… los herederos del Reino”, como dice Santiago, aclama a Jesús porque hace estas cosas, y, por lo tanto, está dando cumplimiento a las profecías.