Sé mi protector, oh Dios, un lugar de refugio, y sálvame. Porque tú eres mi roca y mi baluarte, por tu nombre dirígeme y guíame.
Señor, vengo ante ti necesitado de tu gracia; tócame y sáname de mi egoísmo, de mi soberbia, de mi vanidad, de mi indiferencia... Amén.